La Columna de FOZ

El uso de mentores o coaches se ha extendido en organizaciones de todo tipo. ¿Cuáles serían los beneficios generados por tales interacciones? ¿Será su uso una moda pasajera o un nuevo componente de la gestión moderna? ¿Vale efectivamente lo que cuesta?

Entrevistada por Fortune , Sally Blount, decana del Kellogg School of Management , precisa tres contribuciones claves que genera una relación mentora adecuada:

• Perspectiva: si alguien trazara en una pizarra su interpretación respecto de los problemas o desafíos que enfrenta, lo primero que un buen mentor puede ofrecer es una apreciación objetiva de la importancia efectiva de cada elemento. ¿En qué temas resultaría necesario concentrar una atención especial? ¿Qué no sería tan importante como parece? ¿Qué sería lo más urgente de resolver? ¿Qué decisiones y acciones podrían postergarse para pensarlas mejor? Colegas con más experiencia o que han ocupado cargos de mayor responsabilidad pueden tener una mejor apreciación del contexto a cualquier disyuntiva y, por tanto, contribuir a enriquecer el enfoque inicial frente a ella.

• Realineamiento: Característica esencial de los mejores mentores es su habilidad para hacer buenas preguntas, especialmente aquellas que ayuden a reflexionar sobre objetivos, actitudes y desempeño, así como a aprender de los éxitos y fracasos. Más que recomendar cursos de acción, un buen mentor debe ayudar a reflexionar con autonomía. Un proceso así permite realinear mejor los objetivos, incluso identificar maneras para encontrarse mejor con uno mismo.

• Estímulo: Toda persona requiere recargarse periódicamente de energía positiva para avanzar por el camino trazado. Más aun cuando es necesario aprender de los errores pasados, tarea que usualmente no es nada fácil, aunque sea especialmente clave. Cualquier éxito permite ganar confianza, pero son la reflexión y el aprendizaje logrados de los fracasos los que permiten forjar y proyectar bien el liderazgo futuro.

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