El alimento y la política

Desde Roma, con el pan y el circo, tal vez el indicador de estabilidad más significativo de un régimen sea la disponibilidad y el precio de los granos. Actualmente, el 75% de las personas que sufre de inseguridad alimentaria vive en siete países: India, China, Congo, Bangladesh, Indonesia, Pakistán y Etiopía. Exceptuando China, los demás países han sufrido severos conflictos políticos durante la última década.

Como se mide por las NNUU, el actual índice de precios de los alimentos es el doble del que fue en 1991, y no parece que vaya a disminuir mucho en el futuro. Las primeras protestas de la Primavera Árabe, las de Argelia y Túnez, fueron debido a escasez de alimentos. Joshua Keating explica, en Slate , que no se puede entender la última revolución en Egipto sin incluir en el análisis el rol del precio de los alimentos. En el 2011, los subsidios a la comida y a la energía en Egipto se habían elevado al 6% del PBI. El gobierno de Hosni Mubarak ya no tenía cómo comprar la sumisión de la población. El precio del pan tuvo que ajustarse 30%; ello fue poco antes de la revolución.

Ese mismo año, debido a lo agitada que se encontraba la región, el reino de Kuwait sí pudo celebrar el aniversario de su liberación, después de la guerra con Irak, otorgando a cada uno del millón y medio de kuwaitís, mil denarios (US$3,500) y comida gratis durante 13 meses.

Keating describe la influencia de los precios relativamente bajos de los commodities en la geopolítica de los ochenta. Fueron, por ejemplo, años críticos para los exportadores: la Unión Soviética que colapsó y América Latina; en cambio, fueron favorables para China y el Sudeste Asiático que importan alimentos.

Lester Brown, fundador del Worldwatch Institute, advierte que la mayor demanda por comida esta vez no se origina de un aumento en la población mundial sino de la expansión del consumo de una clase media global, que crecerá de 1,800 millones en el 2009 a 3,200 millones en el 2020 y a 4,900 millones en el 2030.

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