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“¿Cómo está la economía peruana?” Esta es la pregunta más frecuente que me hacen como consultor económico. Y, muy a mi pesar, creo que ahora sí la respuesta correcta es: “depende”. Ahora más que nunca, ver las diferencias entre segmentos es clave para entender bien qué está pasando con la economía peruana. Por eso, sacar conclusiones utilizando la evolución promedio de variables como el producto bruto interno es hoy un error más serio de lo normal.

Para empezar, el PBI está creciendo a un ritmo relativamente bueno (5,5%), pero lo hace gracias a impulsos puntuales generados por el fuerte crecimiento del gasto público y por la mayor oferta minera y pesquera. Mientras tanto, el resto de la economía, que depende de la demanda de empresas y de familias, va a un ritmo más modesto: las ventas en mercados como el de consumo masivo, el vehicular o el inmobiliario están creciendo poco o están cayendo.

Pero las diferencias no son evidentes solo entre sectores, sino también entre tipos de empresas y de familias. Las empresas de mayor tamaño y las familias de mayores ingresos están percibiendo mejoras en su situación económica, mientras que las micro y pequeñas empresas (mypes) y las familias de ingresos bajos se enfrentan a condiciones cada vez más duras. Esta es una característica central del entorno económico actual, pero ha recibido muy poca atención en el debate económico.

Para entender estas diferencias, hay que ver dos mercados clave: el laboral y el crediticio.

En promedio, hay cada vez más personas con empleo asalariado en Lima Metropolitana. Pero mientras que el empleo en empresas grandes ha crecido a buen ritmo durante varios trimestres y creció 4% en el 1T2014, el empleo en mypes ya lleva un año de caídas acumuladas, y cayó 2,5% en el 1T2014, en comparación con el mismo trimestre del 2013. De hecho, de cada 10 trabajadores que perdieron su empleo en el primer trimestre de este año, 7 trabajaba en una mype. Y de ellos, más de la mitad pasó al desempleo o al autoempleo. Muy pocos pasaron a trabajar a una empresa más grande. Los más afectados son los trabajadores con menores remuneraciones.

El crédito a empresas, entre tanto, ha recuperado un buen ritmo de crecimiento gracias a que el Banco Central ha inyectado liquidez a los bancos desde la segunda mitad del 2013. Pero las diferencias también son marcadas en este mercado. Mientras que el dinamismo del crédito corporativo y a grandes empresas se está recuperando (crece 22% en términos reales), el crédito a las mypes está cayendo (cae 2% en términos reales) y aún no da señales de mejora. Asimismo, las familias de menores ingresos están encontrando más dificultades para acceder a un crédito.

Las mypes y las familias de bajos ingresos son las más afectadas por el cambio en el entorno internacional. El deterioro en los márgenes de muchas empresas y en las expectativas de crecimiento ha generado la necesidad de reducir costos y planes de inversión. Naturalmente, las empresas han ajustado donde les es más fácil: en contratos con pequeños proveedores y con los trabajadores menos calificados. Pero, además, el cambio de entorno encontró mal paradas a muchas mypes y familias. Un reflejo de ello es la relativamente alta tasa de morosidad de los créditos a estos segmentos. Por ello, los bancos son ahora más cautos para otorgarlos.

Si bien hay algunas señales recientes de mejora, todo parece indicar que estas diferencias entre empresas de distintos tamaños y familias de distintos niveles socioeconómicos se van a mantener a lo largo del año. La inversión, ahora estancada, crecerá muy poco en el 2014, y los bancos se mantendrán cautos al momento de otorgar créditos, sobre todo a los segmentos más riesgosos.

Ciertamente, no podemos cambiar el entorno internacional a nuestro favor, pero sí podemos mejorar las condiciones locales para invertir. Para ello, es importante apoyar a instituciones como el Indecopi o el Consejo Nacional de la Competitividad en su actual esfuerzo por destrabar la inversión y reducir los sobrecostos que muchas empresas formales enfrentan. Mejorar “en promedio” no basta: la inversión es clave para cerrar las enormes brechas y diferencias que hoy caracterizan a la economía peruana.

 

Autor: José Carlos Saavedra, Jefe de Análisis Macroeconómico de APOYO Consultoría
Fuente: Revista Poder 360º

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